Arabia Saudí invierte 8 mil millones en el sector del juego e esports
Arabia Saudí se embarca en una agresiva campaña de inversión de casi 8 mil millones de dólares en los últimos 18 meses para adquirir y crear participaciones en empresas de juego de todo el mundo.
Este movimiento estratégico del país pretende dominar la industria del entretenimiento. La iniciativa está liderada por Savvy Games Group, respaldada por Arabia Saudí, que ha conseguido importantes participaciones en destacadas empresas de juego como la china VSPO, la sueca Embracer Group y la estadounidense Scopely. Savvy, propiedad completa del Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí, dotado con 650 mil millones de dólares y presidido por el príncipe heredero Mohammed bin Salman, planea transformar el reino en un centro mundial para el sector de los juegos y los deportes electrónicos en un plazo de siete años.
Arabia Saudí generará más de 40.000 puestos de trabajo
Arabia Saudí aspira a acoger 250 empresas y estudios de juegos, crear más de 40.000 puestos de trabajo, y que la industria contribuya en un 1% al producto interior bruto del país en 2030. El plan pretende incluir los esports al asociarse con VSPO y la consecución de acuerdos similares a través de otras asociaciones en el futuro.
La apuesta por los juegos y los esports encaja con los objetivos más amplios de diversificación económica de Arabia Saudí. El país quiere dejar de depender del petróleo e invierte en nuevos sectores. Además, el país invierte mucho en deportes, como el fútbol y el golf, como parte de su búsqueda de poder blando global. Sin embargo, los críticos sostienen que estos esfuerzos sirven para distraer la atención del historial de Arabia Saudí en materia de derechos humanos.
La entrada de Riad en la industria del videojuego ha causado conmoción. Esto se debe a que compite con gigantes del sector como Tencent, Microsoft y Sony por los mejores talentos y la propiedad intelectual. La población joven de Arabia Saudí, con un 70% de sus 36 millones de habitantes menores de 35 años, constituye un terreno fértil para la industria del videojuego. El propio príncipe Mohammed es un ávido jugador y la industria del juego considera Arabia Saudí un mercado y un socio interesante.
Diversificación económica de Arabia Saudí
El Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí también ha adquirido una participación del 8% en Nintendo, convirtiéndose en el mayor inversor externo, así como participaciones en Activision Blizzard y Ubisoft. El país pretende aprovechar su fuerza financiera para establecerse en el sector del juego y los esports, que mueven 200 mil millones de dólares. Los analistas predicen que los juegos superarán a la televisión tradicional como la mayor fuente de ingresos por entretenimiento en un futuro próximo, dado el cambio generacional en los hábitos de consumo.
Nuevo nicho económico para Arabia Saudí
Saudi Vision 2030 es una iniciativa estratégica destinada a reducir la dependencia saudí del petróleo, fomentar la diversificación económica y mejorar los servicios públicos en sectores como la sanidad, la educación, las infraestructuras, el ocio y el turismo. Arabia Saudí potencia las actividades económicas y de inversión al crear nuevos nichos económicos y la expansión del comercio internacional no petrolero.
Creado en 2016 por el príncipe heredero Mohammed bin Salman, el Consejo de Asuntos Económicos y de Desarrollo (CEDA) dirige la implementación de la Visión 2030 de Arabia Saudí.
Sin embargo, en la actualidad, aproximadamente el 74% del presupuesto del Gobierno sigue dependiendo de los ingresos procedentes de las exportaciones de petróleo.
Aunque los gobiernos de todo el mundo llevan mucho tiempo utilizando exenciones fiscales y otros incentivos para atraer talento al sector del juego, los expertos del sector advierten de que el dinero en efectivo por sí solo puede no ser suficiente para atraer a los promotores a los que se dirige Savvy. Algunos veteranos del sector señalan que los saudíes han estado dispuestos a pagar primas por encima de los precios de mercado para conseguir acuerdos, pero sigue habiendo preocupación por el entorno creativo y las consideraciones éticas asociadas a hacer negocios con el régimen saudí.
A pesar de las reformas sociales del príncipe Mohammed, Arabia Saudí sigue enfrentándose a las críticas de grupos de defensa de los derechos por sus abusos contra los derechos humanos. El asesinato del comentarista saudí Jamal Khashoggi en 2018, presuntamente ordenado por el príncipe Mohammed, ha manchado aún más la reputación del país. Sin embargo, las empresas han regresado a Riad, atraídas por las importantes inversiones realizadas por el Fondo de Inversión Pública tanto a nivel nacional como internacional.
A medida que se ralentiza el crecimiento de la industria del juego y aumentan los costes de comercialización, la afluencia de los miles de millones de saudíes podría llegar en un momento crucial. Los estudios de juego privados, que se enfrentan a los retos de realizar ofertas públicas iniciales, encuentran en el interés saudí por el sector una opción más atractiva. Se están preparando otros acuerdos similares y se prevén más inversiones en juegos y deportes electrónicos en Arabia Saudí.
La postura de Arabia Saudí contra el juego
Arabia Saudí se ha negado rotundamente a entrar en el sector del juego. La estricta adhesión del país a los principios islámicos prohíbe estrictamente todas las formas de juego. El Reino sigue una interpretación estricta de la sharia, que considera el juego como haram (prohibido), un vicio según la sharia que socava los valores morales y provoca daños sociales. El juego se ha considerado hasta ahora incompatible con el islam.
Arabia Saudí subraya mantener la estabilidad social y proteger el bienestar. El juego se considera un catalizador de la desintegración social. La ilegalización del juego es la forma que tiene Arabia Saudí de “salvaguardar” la sociedad.
El marco jurídico y su aplicación no han dejado lugar a la ambigüedad en materia de legislación, ya que se han penalizado todas las formas de juego. Los infractores se enfrentan a severas penas, que incluyen fuertes multas, penas de prisión e incluso castigos corporales.